SI UNA ESPINA ME HIERE...
Si una espina me hiere, me aparto de la espina
...¡ pero, no la aborrezco!
Cuando la mezquindad
envidiosa en mí clava los dardos de su inquina,
esquivase en silencio mi planta, y se encamina
hacia más puro ambiente de amor y caridad.
¿Rencores? ¡De qué sirven! ¡Qué logran los rencores!
Ni restañan heridas, ni corrigen el mal.
Mi rosal, tiene apenas tiempo para dar flores,
y no prodiga savias en, pinchos punzadores:
si pasa mi enemigo cerca de mi rosal,
se llevará las rosas de más sutil esencia;
y si notare en ellas algún rojo vivaz,
¡será el de, aquella sangre que su malevolencia
ayer vertió, al herirme con encono y violencia,
y que el rosal devuelve, trocada en flor de paz!
Julio, 13 de 1915.